martes, 7 de diciembre de 2021

Memorias de un kioskero

Trabajo en un kiosco en la puerta de una escuela pública muy grande, ubicada en una avenida de Montevideo muy transitada.
Hace casi 25 años...
En todo éste tiempo he conocido una cantidad enorme de gente, de todos lo estratos sociales.
De todo.
Gente que se dedica a las más variadas actividades: profesionales, changadores, trabajadores del transporte, la construcción, prostitutas, ladrones, etc.
Lo que se pueda imaginar.
Conozco personas heterosexuales (supuestamente la mayoría), pero también conocí homosexuales, bisexuales, lesbianas, transexuales.
Extranjeros, como por ejemplo argentinos, brasileros, paraguayos, españoles, suecos, chinos, etc.
Y así podría seguir con todo...
Es notable, cuando dejo volar los recuerdos de tantas jornadas largas de laburo, la cantidad de caras que se me vienen a la memoria, gran cantidad de ellas que jamás volví a ver.
Muchos amigos, incluso, que deja el hecho de trabajar en un lugar como ese. Amigos que se fueron de éste país o de éste mundo. Suena obvio, demasiado obvio...
Pero me quiero detener primordialmente en esa hermosa y poblada escuela.
Quiero intentar plasmar la idea que resulta de ver crecer a esos niños. Quiero volcar la experiencia que deja ver tantos niños a la vez, como van moldeando el mundo que viene, porque muchos siguieron en la vuelta y muchísimos siguen saludando a la pasada. Pero la enorme mayoría nunca más volvieron.
Es tremendamente desconcertante, si vale la expresión, imaginarse la época de niño pequeño y ver lo que es actualmente esa persona. Es fantástico ver como esas niñas son madres, son maestras, son trabajadoras en alguna empresa, son profesionales, o desocupadas. Es impactante ver y recordar a esos pequeños y verlos hoy formando la masa que lleva el sustento a cada hogar, o que es trabajador de la construcción, o que estudió una carrera.
No es extraño, ya que he visto pasar miles por el kiosco que van a comprar su merienda de paso de la escuela.
Resulta obvio que ante tanta cantidad de gente se genere esa diversidad, es lógico, pero más allá de eso, lo dejo como algo que no me deja de sorprender hasta hoy y que por ende, resulta apasionante.
He sabido y he visto cosas tristes y muy feas, también. He visto casos de muchachos que cayeron en la droga y en mucho tiempo no han logrado revertir esa espantosa situación. Los conozco a varios de ellos. Es muy triste... Es muy triste saber que hay exniños que son ahora personas que delinquen, que han ido presos, e incluso supe algún caso de muchachos que fueron asesinados en momentos que robaban en algún lugar o que quedaron debiendo en la "boca".
Esos también fueron niños...
Lamentablemente también es tan obvio, que mencionarlo tal vez esté de más.
Pero la vida misma es un poco todo eso y mucho más que no estoy mencionando, pero que se ve día a día en ese lugar.
Las miserias, las maravillas...
Todo, todo en un espacio vital futurista y muy real.
En una escuela hay una sociedad futura en construcción permanente.
El tiempo y la memoria, han forjado en mi, un pedacito de historia de mi país, porque esos niños fueron y seguirán siendo los que seguirán acompañando mi labor diaria, y serán para bien o para mal el futuro y la fuerza de trabajo que mueva la sociedad. Esas personas anónimas en su gran mayoría, me han despertado la curiosidad por aprender más. Por comprender lo mucho que debemos apoyar al que está en la mala, pero también valorar el hecho de poder convivir con esa riqueza, que es la vida misma.
Es inagotable, por lo que mientras siga yo en ese kiosco, será una oportunidad casi única de verlo y de sentirlo.