martes, 20 de enero de 2015

El cliente del taxi

Una de las cosas sorprendentes de ser un simple e ignoto kiosquero es que no solo se limita a expender cigarros, golosinas, revistas o a levantar quiniela, sino que pasa a engrosar las filas del comercio en sus mas vastos aspectos y rubros.
Un kiosquero, también,  asesora al público sobre líneas de ómnibus, calles, e incluso, que ruta tomar para salir del país.   Tremendo.

Es desopilante la capacidad de la gente de no tener una pizca de vergüenza (que yo sí tendría) a la hora de pedir un producto.  Es matemático que los días domingos o feriados, que yo trabajo, caiga alguien a pedir un artículo que ni en fotos podría conseguir en un kiosco, pero "por las dudas", al ver "luz" pasó y preguntó si hay...

Desde artículos de ferretería, farmacia, librería, santería, carnicería, cerrajería, funeraria, etc, etc, cualquier cosa nos han llegado a pedir...

Ejemplos:
-Señor, véndame medio litro de kerosén, por favor...
o también,
-¿Tiene papel de lija de grano fino?, etc,etc...

Aquella vez bajó un tipo de un taxi y con carucha de preocupado, muy preocupado, me consulta algo.
Al principio, yo escéptico, por lo dicho anteriormente.  Andá a saber con que saldrá el mono éste...
Pero no, me pregunta por una marca de cigarrillos poco conocida para él, porque además, era un encargue.
-Busco tal cigarrillo, hace rato que ando trillando y nada...
Lo tranquilizo enseguida.
-Tengo, sí, tome.

El tipo respiró aliviado, como si hubiese conseguido la vacuna contra el SIDA en la farmacia.
Había logrado el objetivo.  El pedido que le hicieron lo concretó. 

Pero era solo el 50% del mandado.  Había más.
Entonces me dice entre dientes:
-Menos mal que conseguí los cigarros, pero hay "otra cosa" que me encargaron y no la consigo.
Recuerden que el pobre cristiano andaba por la ciudad en taxi, procurando las "provisiones" que le encargaron muy especialmente.
Entonces, yo pensé que eran otros cigarros; alguna marca mas rara o algo por el estilo, pero no.
Me dice:
-Me encargaron @&*//"#""@...
Yo no entendí nada de lo que refunfuñó.
-¿Qué?
-Que también me encargaron "gel íntimo", me dijo de manera casi imperceptible.
Yo, estoico, sin que un solo músculo de la cara se me moviera, le digo con un profesionalismo impactante:
-Ah, pero eso lo conseguís en la farmacia, incluso lo vi también en la caja del supermercado de la otra cuadra.

El fulano quedó pistoneando normalmente, luego de mi "ayuda" y siguió su tour en el taxi.

Le solucioné una vez más el problema a un pobre desamparado, haciendo alarde, en éste caso de mis conocimientos en el rubro "sex shop".
Enhorabuena...

La caja de cigarros, el gel y la carita del cliente cerraron el triángulo perfecto del asunto.