jueves, 14 de marzo de 2019

Cliente perdido

Mañana de domingo en el kiosco...

Tranquilo, tomando mate, escuchando rock en la radio, mirando para cualquier lado y no mirando nada.  Serenidad  absoluta, tan patente que casi ni siquiera circulaban vehículos por la popular avenida.
Esa calma que un fin de semana, aunque de trabajo, permite tomarse ciertos tiempos de ocio que no sería posible de lunes a viernes...

Dicho ésto, pasa lo inesperado, lo inverosímil, lo incompatible con el mundo real. 
Se apersona un señor entrado en años, justo es decirlo, (agrego que los días desolados es cuando por algún extraño suceso cósmico y paranormal, se dan las apariciones de sujetos de dudoso equilibrio existencial, esto dicho con el mayor de los respetos).
Entonces, si el "cliente" (las comillas son puestas para ilustrar al individuo en cuestión) en una misma frase, sin mediar saludo me dice de corrido tres frases entrelazadas y totalmente inconexas, disociadas, incompatibles, incoherentes, desenchufadas, desconectadas...

Pregunta-pedido-afirmación:

-¿Barcelona pertenece a España?, 
-¿Me darías los números del 5 de Oro?,
-...porque Colón nació en Génova...

¿Estamos ante un caso de que tipo?, me pregunto...
No es por querer buscarle patologías a nadie, pero no se me puede decir que es algo normal y saludable para un kiosquero, enfrentarse ante eso sin anestesia y con la bombilla en la boca.
Por suerte no me acuerdo que tema sonaba en la radio, porque escucharlo otra vez me traería recuerdos indeseables. 
Eso sí, el mate ya no fue lo mismo.

Para colmo, otro día, ese sí a dos manos trabajando, que venga el mismo tipo, al mismo comercio, donde se vende básicamente cigarros, golosinas, se levanta quiniela y poca cosa más, a  preguntarme si vendo pan de molde, ¿qué más se puede agregar? Supongo que debo atenderlo como cualquier otro cliente, pero créanme, no es fácil.
En todo caso, lo dejo para la reflexión y la compasión colectiva. 
Hacia mi...