martes, 13 de agosto de 2013

"Eso"

...Llegó renguenado y con una mano "alambrada" diciendo, a  modo de catarsis, que después de "eso" hubo un  antes y un después.
-Tengo 33 años, me tengo que dejar de joder.  Droga, robo, droga, droga, robo, cana, cana, droga...   Ya está.  Once veces en cana.  ¿Te parece que a esta altura no tendría que pensar en algo nuevo?, nos preguntó

_Y si, ¿no?, le dijimos...

El día anterior lo vi de bastón, pero no me llamó la atención (de los fierros en la mano no me di cuenta, en ese momento) porque he visto a más de un muchacho en esas condiciones, porque de tanto caminar descalzo, ya sea con piso seco o mojado, le quedan unos callos en carne viva que los deja a la miseria.  No pueden ni caminar.
Obviamente, hablando, una vez mas de pastabaseros, con todo lo que eso significa.

Pero éste "lisiado" no estaba así por andar descalzo, sino que, como dijo él, le pasó "eso".

Entonces, haciendo uso y abuso de nuestra condición de kiosqueros y psicólogos de ocasión, nos siguió argumentando sobre el "antes y el después", sobre el "ya nada será igual", o sobre su "nueva vida".
Hasta ahí, todo mas o menos "normal", dentro de lo trágico: alguien arrepentido, joven, que quería empezar una nueva etapa.
Bien, le dijimos, lo alentamos y le creímos.

A todo ésto, a medida que el muchacho avanzaba en su desahogo, nos iba picando cada vez más la curiosidad: que era "eso" que le había pasado, porque, difícilmente alguien deje de hacer algo por nada, de un momento a otro.  Algo había sucedido.  Ese algo era "eso" que repetía constantemente.
Hasta que no me aguanté y le pregunté:
-Che, no quiero ser indiscreto, pero decime una cosa:  ¿se puede saber que fue "ESO" que te pasó, porque la verdad que lo has dicho tantas veces que no puedo dejar de preguntarte?
-Pero muchacho, no hay problema.  me contestó, amablemente
-¿Porqué te pensás que estoy todo roto?
-Ni idea.
-"Eso" que me pasó, fue "trabajando"
-¿Cómo trabajando?, le pregunté como si yo fuera un niño de seis años.
-Claro, "trabajando en altura".  Me caí de un cuarto piso...
-Aaahhh...  le dijimos al unísono, como si fuera la cosa más normal del mundo.


Luego del aaahhh, se hizo un silencio largo, largo.

Era evidente que si era verdad "eso", había nacido de nuevo y bastante enterito.
Yo le di pa delante, antes de irse.

-Chau Spiderman y guarda cuando repongas la telaraña.  Salió jodida ésta partida.
Se fue como si nada. 

lunes, 5 de agosto de 2013

Hábil declarante

Tengo un amigo que de hábil declarante tiene muy poco, ya que una vez casi, casi queda preso siendo absolutamente inocente de lo que se le indagaba por error.
Un hermano suyo fue acusado de violación, pero parece que mi amigo fue confundido y capturado erróneamente por la policía.
Ante el estupor del, ahora reo, lo llevaron frente al juez de turno a prestar declaración.

Aclaro que el verdadero acusado, o sea su hermano, nunca supe si lo detuvieron y si realmente cometió dicho asqueroso crimen.
Pero como esa es otra cuestión, quiero detenerme en la ¿habilidad? y la capacidad de convicción del imputado por error, para redondear una declaración absolutamente creíble y que no dejó lugar a ningún tipo de duda ni de suspicacia.  ¿O si?

Empieza el interrogatorio.
-¿Nombre?
-Fulanito de tal...
-¿Edad?
-Tanto...
-¿Estado civil?
-No sabe, no contesta...

Hasta ahí, todo normal, a no ser que al declarante le temblaba todo, pero más allá de eso, pasó la primera etapa de las preguntas como un campeón.

Hasta que el juez fue directamente al grano y le aplicó la pregunta más temida y que no hubiese querido escuchar jamás, sobretodo porque se estaba comiendo un garrón de película, pero antes de que le pregunten, pensó:
-Yo tengo que estar tranquilo, si no hice nada.  
Con decir la verdad ya está, no me va a pasar nada, incluso no tengo idea porqué estoy acá.

Luego de que se alentó, quedó un poco más tranquilo, cuando viene por fin la pregunta crucial:
-Dígame una cosa señor: ¿usted, alguna vez violó a alguien?
Se hizo un silencio, pero lejos de amedrentarse, mi amigo, el injustamente acusado, respondió sacando pecho, tajante y convincentemente:
-¡LAMENTABLEMENTE NUNCA!

Quedó libre por falta de pruebas, pero que cerca que estuvo en colaborar...
Colaborar para quedarse adentro un buen rato.