martes, 28 de mayo de 2013

Haciendo mandados

Esta también me la contaron...

  Una noche, muy tarde, pasó por el kiosco un muchacho en bicicleta (aparentemente venía trillando los posibles comercios abiertos a esa hora), y no había tenido suerte con el pedido que algún amigo "macanudo" le mandó a hacer.
Es que el encargue que le hicieron era extremadamente raro, máxime la hora, que ni siquiera estaba seguro a que rubro pertenecía.

Llega al kiosco y le dice al colega-vendedor:
-Señor, por casualidad ¿usted vende sudor de pescado en sachet?...
El tipo lo quedó mirando y la pescó en el aire y le dijo:
-No mijo, no, no, eso se vende en la farmacia, hay una de turno a tres cuadras.  
-Ah, bueno, bárbaro, muchas gracias.

El pobre incauto arrancó loco de la vida, porque se le fue aclarando el panorama.  El sudor de pescado pertenece al rubro "droguería" y allá fue victorioso del deber cumplido.

Pasados escasos tres minutos se empezó a sentir un gran repertorio de puteadas retumbando en la noche.  El pobre muchacho volvió hecho una fiera y dispuesto a matar a su "amigo"...

  Se perdió en la oscura noche, pero las puteadas demoraron un poco más en apagarse.

lunes, 27 de mayo de 2013

Vecino perseguido por las acreedoras



Cierta madrugada que me encontraba trabajando medio despierto, medio dormido (madrugada de llovizna persistente y muy "mojadora") empiezo a sentir unos gritos desaforados de una muchacha bastante venida a menos:


-"La puta que te parió, pagame los doscientos pesos que me debés, sinvergüenza de mierda..."


Entre el surtido de puteadas, salgo para afuera, y mientras me mojaba un poco, la veo a ella; una muchacha desgreñada, flaca, sucia, me parece que bastante mal de la cabeza, repitiendo insultos (que en un principio pensé que eran al viento), pero no, eran para un tipo en un auto.


Entonces me doy cuenta que el del auto era un vecino y cliente que después me confesó que tuvo sus encuentros amorosos con la fulana.


Por plata, obvio, pero que me negó rotundamente tener una deuda con ella.


-"Soy un nabo, reconozco que la llevé a casa alguna vez, pero nunca la traté mal y es mentira que le deba. Pero me seguía y me tuve que escapar, aunque al final tuve que pagarle la supuesta deuda porque sino iba a dar tantas vueltas que no iba a poder entrar mas a mi casa y terminaba gastando un fangote en nafta. Perdoname que te venga a contar y a molestar, pero no quiero que los vecinos piensen cualquier cosa, que por culpa de ésta loca drogadicta, van a pensar que ando en cualquiera"





Pasada la catarsis, el buen hombre se fue como vencido...

A mi me sirvió. No me dormí nunca más.

100!!!



Un gran saludo para el cliente mas veterano del kiosco: Perciante, oriundo de esa ciudad canaria y combativa llamada Santa Rosa, para mas datos.

Hoy 1 de setiembre de 2012 cumple sus primeros y jóvenes 100 años.

Si señores, el tipo va todos los días y juega fuerte a la tómbola.
Lo he visto cruzar trotando la avenida con 90 y pico largos, EN ROJA.

Merece todo un homenaje.

¡¡¡Saludos Perciante!!!

¿Ya vine?



Un cliente fue al kiosco a eso de las 6 de la tarde y sin saludar me pregunta
-¿Yo vine por acá hoy?
Me dejó mirando a la nada, descolocado,  y antes de contestarle cualquier cosa para dejarlo contento me dice:

-Lo que pasa que no se si compré cigarros hoy, porque trato de controlar la cantidad que fumo...
-Ahhh, claro, le contesté seguro, como si fuera lo más normal del mundo.
-No viniste, no, no, dale tranqui, que seguro que fumaste poco y nada...

Le iba a decir que deje de fumar pero se me cruzó lo ético con lo comercial, así que preferí callar, para no terminar mal de la cabeza...

 Porque ésto es un ejemplo minúsculo, que hay que multiplicar por miles o por millones de ejemplos, a ésta altura.

Simplemente me limité a manejarme con la psicología pura y dura.

Patota




Esta me la contó alguien que estaba laburando en el kiosco un día de Clásico entre Nacional y Peñarol en el relativamente cercano Estadio Centenario.

 A la vuelta de terminado el partido, que no importa el resultado, porque a la hora de armar lío, eso es lo de menos, parece que acorralaron a un fulano algún "aburrido" hincha de Peñarol contra el propio kiosco y luego de pedirle repetidamente ("pedirle" quiere decir que primero lo redondearon a patadas) lo ablandaron para obligarlo a sacar de la mochila una supuesta camiseta de Nacional que tenía escondida.

El tipo negó tanto que logró zafar de las garras de los patoteros, y sus primeras y escuetas declaraciones a los presentes, (luego que se fueron los valientes pegadores), fueron entre sollozos, dolor y mucha calentura por la soba gratuita que le brindaron, fue lo siguiente:

-Lo mas triste es que soy hincha de Peñarol...

César



Hace unos días, estaba laburando de noche y de madrugada me encontré con el César...

Hacía cinco años que no lo veía.
Manejaba un taxi...
Conversamos mucho...

 Ese tipo que primero fue cura y después no fue más, ahora es padre de tres hijos, pero me dejó sin palabras cuando me dijo que tenía a su cargo seis niños más del Inau, (con todo lo que eso significa).
Hacía mucho que no lo veía, pero en ese ratito, me di cuenta que no se ven muchos tipos dispuestos a dar mucho más de lo que tiene por una causa tan hermosa como esa.
No quiero decir que no haya otras personas con esa vocación natural de ayudar a los demás, pero nunca está de más compartir el respeto que me merece alguien así.

Abrazo César, nos vemos.