miércoles, 4 de diciembre de 2013

Janis Joplin

Tengo un amigo que es un poco despistado y a veces razona de una manera que no llego a comprender.
Pero eso no quiere decir que no tenga su razón, porque muchas veces logra el empate en la hora, como se dice popularmente.
Cuando empezó a sonar en la radio del kiosco la canción "Cry baby" de Janis Joplin, le digo a modo de trivia barato, para joder un poco:

-Che, ¿cómo se llama la que canta?
-No se, me dice, convencido de desconocer a la intérprete en cuestión.
-Janis Joplin, le digo...
-Aaah si, si, ¿murió no?, fue su primera y fuerte interrogante.

-Claro que si, le digo paternalmente.

Y me explayo un poquito más y le agrego:

 -Murió hace como 40 años, ya... 
-Janis falleció, según la versión oficial,  por una sobredosis de heroína, aunque hay aspectos confusos respecto a su muerte...

-Era joven, me dice seguro.

-Si, era muy joven, pertenecía al "club de los 27".  Como otros artistas que murieron increíblemente a la temprana edad de 27 años, y así se conformó ese triste "club".

Y sigo con mi disertación...

-Fijate vos que a esa edad fallecieron también, Jimi Hendrix, el fundador de los Rolling Stones Brian Jones, Jim Morrison, y mas acá en el tiempo, el legendario líder de Nirvana , Kurt Cobain, y muy recientemente, la cantante inglesa de soul Amy Winehouse,  entre otros menos conocidos.

Después de la "lección" que le di a mi amigo, pensé humildemente, "que calidad para evacuar dudas que tengo".

Pero lejos de amilanarse siguió con dudas y redobló las interrogantes.

Me dice:

-Pero entonces era vieja...
-No, no, al contrario, le repito, era muy joven, murió hace mucho, eso si...
-Ah, bueno pero entonces no hace tanto que murió...  Si no era vieja...
-Era joven, le retruco.
Y me "pisa" y me echa el vale cuatro:
-Era vieja, entonces...

Fue cuando tiré la toalla sin levante y sin mediar palabra, le subí el volumen a la radio y me concentré en escuchar los 20 segundos de tema que quedaban...

Si alguien entendió el razonamiento de mi amigo, que me regale un par de horas de su tiempo para explicármelo a mi.



jueves, 17 de octubre de 2013

Las aspirinas

Me acordé de una vez que fue una señora bastante mayor a comprar dos unidades de aspirinas.
Hace mucho tiempo...

Aclaro que en ese momento era principiante en mi cargo de vendedor, y para que se tenga en cuenta, actualmente vendría a ser un grado 5.
Todo un catedrático, humildemente dicho, obviamente.
Y no tuve una carrera meteórica, todo lo contrario. Perdí innumerable cantidad de exámenes.  Incluso los que tenía "comprado" a los "profesores", pero eso es harina de otro costal.
Resumiendo: hace mucho tiempo de verdad.

La venta de las benditas aspirinas venía normal.  A no ser por un detalle que en el momento no di bola.  Me hice el tonto.
-Buen día, jóven, dos aspirinas, por favor.  
-Como no... 
Y ahí recibo las "instrucciones":
-...pero que se vea en el "envoltorio" que dice "aspirina", porque son para una persona mayor que si no ve la marca, va a desconfiar...
 Me hago el que no escuché las indicaciones de la clienta, porque pensé que lo que me dijo, no me lo dijo.  Escuché mal, pensé.  Es producto de mi imaginación, sin dudas.  Estoy mal de la cabeza, casi seguro.
Entonces, haciendo caso omiso, cazo la tijera y aplico un corte certero al blíster de la droga en cuestión, para así depositar suavemente en las manos de la septuagenaria clienta las dos unidades del ácido acetilsalicílico.
-Sírvase, señora.
-¿Cuánto le debo, mijo?
-Tanto...
-Bueno, acá tiene, gracias, hasta luego...
-Ta luego, vecina... 

Paga y al poquito rato viene con alguien, que creo que era su marido a despotricar muy enojados, porque en los dos centímetros cuadrados de blíster, no estaba estampada la palabra Aspirina.
Yo, ni lerdo ni perezozo y bastante sorete, reconozco, debido a mi inexperiencia, mi poco conocimiento de marketing, y producto del fastidio que me produjo las condiciones en que debía venderle los comprimidos, negué el cambio del producto.
¡¡¡Pa' qué!!!
Se armó un tole-tole, que ya no había tiempo de arrepentirse.
Yo, estoico, frente a los ancianos indefensos, me hice fuerte y me atrincheré atrás del mostrador, recibiendo epítetos y agravios que debido a la diferencia de edades, aguanté el chaparrón y por ende, logré neutralizar.
No hubo cambio.
Se fueron muy calientes, derrotados...
¿Cómo demostraban ante quien los mandó a comprar, que habían fracasado?
¿Qué se podía hacer para justificar tamaña impotencia para negociar?
La verdad que no se, pero juré no contrariar nunca más un pedido similar.

Al tiempo, esos ancianos volvieron al kiosco y como si nada.
Me saludaron muy amablemente.
Ahí, recién me cerró el círculo.  La cabecita no estaba bien.
Igual, desde ese día, más que nunca, los clientes pasaron a tener toda la razón.

martes, 13 de agosto de 2013

"Eso"

...Llegó renguenado y con una mano "alambrada" diciendo, a  modo de catarsis, que después de "eso" hubo un  antes y un después.
-Tengo 33 años, me tengo que dejar de joder.  Droga, robo, droga, droga, robo, cana, cana, droga...   Ya está.  Once veces en cana.  ¿Te parece que a esta altura no tendría que pensar en algo nuevo?, nos preguntó

_Y si, ¿no?, le dijimos...

El día anterior lo vi de bastón, pero no me llamó la atención (de los fierros en la mano no me di cuenta, en ese momento) porque he visto a más de un muchacho en esas condiciones, porque de tanto caminar descalzo, ya sea con piso seco o mojado, le quedan unos callos en carne viva que los deja a la miseria.  No pueden ni caminar.
Obviamente, hablando, una vez mas de pastabaseros, con todo lo que eso significa.

Pero éste "lisiado" no estaba así por andar descalzo, sino que, como dijo él, le pasó "eso".

Entonces, haciendo uso y abuso de nuestra condición de kiosqueros y psicólogos de ocasión, nos siguió argumentando sobre el "antes y el después", sobre el "ya nada será igual", o sobre su "nueva vida".
Hasta ahí, todo mas o menos "normal", dentro de lo trágico: alguien arrepentido, joven, que quería empezar una nueva etapa.
Bien, le dijimos, lo alentamos y le creímos.

A todo ésto, a medida que el muchacho avanzaba en su desahogo, nos iba picando cada vez más la curiosidad: que era "eso" que le había pasado, porque, difícilmente alguien deje de hacer algo por nada, de un momento a otro.  Algo había sucedido.  Ese algo era "eso" que repetía constantemente.
Hasta que no me aguanté y le pregunté:
-Che, no quiero ser indiscreto, pero decime una cosa:  ¿se puede saber que fue "ESO" que te pasó, porque la verdad que lo has dicho tantas veces que no puedo dejar de preguntarte?
-Pero muchacho, no hay problema.  me contestó, amablemente
-¿Porqué te pensás que estoy todo roto?
-Ni idea.
-"Eso" que me pasó, fue "trabajando"
-¿Cómo trabajando?, le pregunté como si yo fuera un niño de seis años.
-Claro, "trabajando en altura".  Me caí de un cuarto piso...
-Aaahhh...  le dijimos al unísono, como si fuera la cosa más normal del mundo.


Luego del aaahhh, se hizo un silencio largo, largo.

Era evidente que si era verdad "eso", había nacido de nuevo y bastante enterito.
Yo le di pa delante, antes de irse.

-Chau Spiderman y guarda cuando repongas la telaraña.  Salió jodida ésta partida.
Se fue como si nada. 

lunes, 5 de agosto de 2013

Hábil declarante

Tengo un amigo que de hábil declarante tiene muy poco, ya que una vez casi, casi queda preso siendo absolutamente inocente de lo que se le indagaba por error.
Un hermano suyo fue acusado de violación, pero parece que mi amigo fue confundido y capturado erróneamente por la policía.
Ante el estupor del, ahora reo, lo llevaron frente al juez de turno a prestar declaración.

Aclaro que el verdadero acusado, o sea su hermano, nunca supe si lo detuvieron y si realmente cometió dicho asqueroso crimen.
Pero como esa es otra cuestión, quiero detenerme en la ¿habilidad? y la capacidad de convicción del imputado por error, para redondear una declaración absolutamente creíble y que no dejó lugar a ningún tipo de duda ni de suspicacia.  ¿O si?

Empieza el interrogatorio.
-¿Nombre?
-Fulanito de tal...
-¿Edad?
-Tanto...
-¿Estado civil?
-No sabe, no contesta...

Hasta ahí, todo normal, a no ser que al declarante le temblaba todo, pero más allá de eso, pasó la primera etapa de las preguntas como un campeón.

Hasta que el juez fue directamente al grano y le aplicó la pregunta más temida y que no hubiese querido escuchar jamás, sobretodo porque se estaba comiendo un garrón de película, pero antes de que le pregunten, pensó:
-Yo tengo que estar tranquilo, si no hice nada.  
Con decir la verdad ya está, no me va a pasar nada, incluso no tengo idea porqué estoy acá.

Luego de que se alentó, quedó un poco más tranquilo, cuando viene por fin la pregunta crucial:
-Dígame una cosa señor: ¿usted, alguna vez violó a alguien?
Se hizo un silencio, pero lejos de amedrentarse, mi amigo, el injustamente acusado, respondió sacando pecho, tajante y convincentemente:
-¡LAMENTABLEMENTE NUNCA!

Quedó libre por falta de pruebas, pero que cerca que estuvo en colaborar...
Colaborar para quedarse adentro un buen rato.

jueves, 6 de junio de 2013

El médico

La idea no es aprovecharme de la limitación intelectual de nadie, pero la anécdota merece contarse dada la "rareza" del caso (y del protagonista).
La escuela que adorna el telón de fondo del kiosco, aparte de las clases "normales", dicta cursos nocturnos para adultos, ya sea la escuela "común", para personas que no pudieron terminarla u otro tipo de cursos.
Un alumno adulto fue fortuitamente consultado sobre que estaba estudiando.
 Inflando el pecho y con orgullo contestó:
-Medicina .
-¿Ah, si?, mirá que bien, ¿y en que año estás?, le preguntaron con una naturalidad que daba miedo.
-En primero, contestó rápidamente.
-Bárbaro, le dijeron.
-Si, en algún tiempo voy a ser doctor, aclaró por las dudas.
-Claro que si, lo motivaron.
-Por supuesto que todavía falta, ¿no?, voy a primero de escuela.
-Ah, si falta un poco, si.
Lo animaron.  Le dieron pa delante.

Farmacia de turno

Domingo a las once de la noche...
-Señor, ¿una farmacia de turno?
Pienso  un poco...
-Si, a cuatro cuadras pa allá.
Y piensa y piensa, como si le hubiera dicho que estaba por salir el sol.
-Ah, ta.
Cuando le iba a decir, "chau, de nada", me dice:
-...porque me dijeron que había una abierta en Ariel y Sayago...
-¿Entendiste que hay una a cuatro cuadras?, le dije comprensible y amablemente, ya que lo vi medio nervioso y creo que pensó que esa dirección era cerquita y quería ir "a la segura".
-Bueno, ta, voy a esa a cuatro cuadras.
-Y si, obvio, chau, le respondí de manera un poquito soberbia.
Ahora sí se fue.
 ¿Si era cerca Ariel y Sayago?...
Y, mas o menos unas cuarenta y cinco cuadras de diferencia.
Estaba perdido, sin dudas.

El artista

Los artistas abundan.
Músicos, dibujantes, bailarines, actores, etc.
Al kiosco van varios.  Muchos.
Por ejemplo, un cliente se presentó como "publicista" y algo así como diseñador de todo tipo de cuestiones visuales.
Llevó (más de una vez) pruebas irrefutables.
Me acuerdo aquella vez que lo conocí...
Llega e intempestivamente me "ataca":
 -¿Querés comprar?  fue su método poco ortodoxo para ofrecer su "producto".
-¿Lo qué?, fue mi menos ortodoxa, aún, respuesta.
-Esto, soy diseñador, hago dibujos, mirá...  Te van a servir para maximizar tus ventas.
Me quedé mirándolo y observando la "obra".   Y ahí abundé en argumentos.
-No, no, gracias, muy lindo, pero ahora no.  No tenemos pensado invertir en una campaña masiva para maximizar las ventas.  Estamos en un techo que no pretendemos superar por el momento, dada la crisis internacional.  Nos encontramos abocados a la especulación en bonos del tesoro, así que por ahora lo tuyo va a tener que esperar.  En todo caso, no quiero pasar por encima del gerente de marketing, así que si querés, solicitale una entrevista. 
Sin mediar palabra, el derrotado artista se retiró.
¿Porqué negué la compra?
Como decirlo...
Parecía un dibujo hurtado de la clase de manualidades de alguna jardinera de por ahí; no se de que otra manera explicarlo.
Ese día debuté  en el consumo de medicamentos controlados.

martes, 4 de junio de 2013

Veneno

Cuando la pasta base "apareció", muchas cosas cambiaron...
En el paisaje montevideano empezaron a verse personas (generalmene jóvenes, pero también niños, veteranos y mujeres) que eran perfectamente identificables como adictos a ese veneno.
 Gente flaca, muy sucia, muy mal dormida (se de casos que han estado despiertos muchos días con sus noches, trillando, "juntando" peso tras peso y consumiendo sin parar).
Son personas que perdieron todo interés.  No tienen intención, ni siquiera de enamorarse.
Y ojo, porque no es un mal que padezcan los más pobres, no, no, es algo que si te atrapó, no importó de donde provengas.  Conocí gente de buen pasar, con casa , trabajo, estudios, etc, pero que la droga fue más fuerte y les arrebató la vida misma.  Así nomás...
Se los devoró por dentro.

El paisaje cambió demasiado.  Ahora son "zombis" y ladrones forzados.
La pasta base manda, los gobierna y depender de ella es lo único que les importa. 
Triste.

martes, 28 de mayo de 2013

Haciendo mandados

Esta también me la contaron...

  Una noche, muy tarde, pasó por el kiosco un muchacho en bicicleta (aparentemente venía trillando los posibles comercios abiertos a esa hora), y no había tenido suerte con el pedido que algún amigo "macanudo" le mandó a hacer.
Es que el encargue que le hicieron era extremadamente raro, máxime la hora, que ni siquiera estaba seguro a que rubro pertenecía.

Llega al kiosco y le dice al colega-vendedor:
-Señor, por casualidad ¿usted vende sudor de pescado en sachet?...
El tipo lo quedó mirando y la pescó en el aire y le dijo:
-No mijo, no, no, eso se vende en la farmacia, hay una de turno a tres cuadras.  
-Ah, bueno, bárbaro, muchas gracias.

El pobre incauto arrancó loco de la vida, porque se le fue aclarando el panorama.  El sudor de pescado pertenece al rubro "droguería" y allá fue victorioso del deber cumplido.

Pasados escasos tres minutos se empezó a sentir un gran repertorio de puteadas retumbando en la noche.  El pobre muchacho volvió hecho una fiera y dispuesto a matar a su "amigo"...

  Se perdió en la oscura noche, pero las puteadas demoraron un poco más en apagarse.

lunes, 27 de mayo de 2013

Vecino perseguido por las acreedoras



Cierta madrugada que me encontraba trabajando medio despierto, medio dormido (madrugada de llovizna persistente y muy "mojadora") empiezo a sentir unos gritos desaforados de una muchacha bastante venida a menos:


-"La puta que te parió, pagame los doscientos pesos que me debés, sinvergüenza de mierda..."


Entre el surtido de puteadas, salgo para afuera, y mientras me mojaba un poco, la veo a ella; una muchacha desgreñada, flaca, sucia, me parece que bastante mal de la cabeza, repitiendo insultos (que en un principio pensé que eran al viento), pero no, eran para un tipo en un auto.


Entonces me doy cuenta que el del auto era un vecino y cliente que después me confesó que tuvo sus encuentros amorosos con la fulana.


Por plata, obvio, pero que me negó rotundamente tener una deuda con ella.


-"Soy un nabo, reconozco que la llevé a casa alguna vez, pero nunca la traté mal y es mentira que le deba. Pero me seguía y me tuve que escapar, aunque al final tuve que pagarle la supuesta deuda porque sino iba a dar tantas vueltas que no iba a poder entrar mas a mi casa y terminaba gastando un fangote en nafta. Perdoname que te venga a contar y a molestar, pero no quiero que los vecinos piensen cualquier cosa, que por culpa de ésta loca drogadicta, van a pensar que ando en cualquiera"





Pasada la catarsis, el buen hombre se fue como vencido...

A mi me sirvió. No me dormí nunca más.

100!!!



Un gran saludo para el cliente mas veterano del kiosco: Perciante, oriundo de esa ciudad canaria y combativa llamada Santa Rosa, para mas datos.

Hoy 1 de setiembre de 2012 cumple sus primeros y jóvenes 100 años.

Si señores, el tipo va todos los días y juega fuerte a la tómbola.
Lo he visto cruzar trotando la avenida con 90 y pico largos, EN ROJA.

Merece todo un homenaje.

¡¡¡Saludos Perciante!!!

¿Ya vine?



Un cliente fue al kiosco a eso de las 6 de la tarde y sin saludar me pregunta
-¿Yo vine por acá hoy?
Me dejó mirando a la nada, descolocado,  y antes de contestarle cualquier cosa para dejarlo contento me dice:

-Lo que pasa que no se si compré cigarros hoy, porque trato de controlar la cantidad que fumo...
-Ahhh, claro, le contesté seguro, como si fuera lo más normal del mundo.
-No viniste, no, no, dale tranqui, que seguro que fumaste poco y nada...

Le iba a decir que deje de fumar pero se me cruzó lo ético con lo comercial, así que preferí callar, para no terminar mal de la cabeza...

 Porque ésto es un ejemplo minúsculo, que hay que multiplicar por miles o por millones de ejemplos, a ésta altura.

Simplemente me limité a manejarme con la psicología pura y dura.

Patota




Esta me la contó alguien que estaba laburando en el kiosco un día de Clásico entre Nacional y Peñarol en el relativamente cercano Estadio Centenario.

 A la vuelta de terminado el partido, que no importa el resultado, porque a la hora de armar lío, eso es lo de menos, parece que acorralaron a un fulano algún "aburrido" hincha de Peñarol contra el propio kiosco y luego de pedirle repetidamente ("pedirle" quiere decir que primero lo redondearon a patadas) lo ablandaron para obligarlo a sacar de la mochila una supuesta camiseta de Nacional que tenía escondida.

El tipo negó tanto que logró zafar de las garras de los patoteros, y sus primeras y escuetas declaraciones a los presentes, (luego que se fueron los valientes pegadores), fueron entre sollozos, dolor y mucha calentura por la soba gratuita que le brindaron, fue lo siguiente:

-Lo mas triste es que soy hincha de Peñarol...

César



Hace unos días, estaba laburando de noche y de madrugada me encontré con el César...

Hacía cinco años que no lo veía.
Manejaba un taxi...
Conversamos mucho...

 Ese tipo que primero fue cura y después no fue más, ahora es padre de tres hijos, pero me dejó sin palabras cuando me dijo que tenía a su cargo seis niños más del Inau, (con todo lo que eso significa).
Hacía mucho que no lo veía, pero en ese ratito, me di cuenta que no se ven muchos tipos dispuestos a dar mucho más de lo que tiene por una causa tan hermosa como esa.
No quiero decir que no haya otras personas con esa vocación natural de ayudar a los demás, pero nunca está de más compartir el respeto que me merece alguien así.

Abrazo César, nos vemos.